La relación que mantenemos con nosotros mismos es fundamental para nuestro bienestar emocional. Dos conceptos muy importantes que influyen en esa relación son la autovalidación y la autoinvalidación. Mientras que la autovalidación nos permite reconocer nuestras emociones como legítimas, la autoinvalidación nos lleva a rechazarlas, generando conflictos internos y afectando nuestra autoestima.
¿Qué es la autovalidación?
La autovalidación es la capacidad de reconocer y aceptar las propias emociones y pensamientos sin juzgarlos ni descalificarlos. Implica entender que nuestras emociones son válidas solo por el hecho de sentirlas y que nuestros pensamientos, aunque parezcan irracionales, tienen un origen y una razón. Validarnos a nosotros mismos nos ayuda a mejorar nuestra autoestima y nuestra capacidad de afrontar situaciones difíciles.
¿Qué es la autoinvalidación?
Por otro lado, la autoinvalidación es el acto de minimizar nuestras propias emociones y experiencias, considerándolas exageradas o incorrectas. Este patrón tiene su base en la forma en la que fuimos educados. Generalmente se da en entornos donde nuestras emociones eran ignorada. De igual manera, puede ser el resultado de una baja autoestima. Las personas que se invalidan a sí mismas dudan de sus emociones y sufren desconexión con sus propios sentimientos.
Características de las personas que se invalidan
Las personas que tienden a invalidarse comparten ciertas características que afectan a su bienestar y a sus relaciones interpersonales. A continuación, te enumero algunas de las más comunes:
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Dificultad para expresar emociones
Las personas que se invalidan suelen tener problemas para expresar lo que sienten, ya que minimizan sus circunstancias personales. Reprimen sus sentimientos por temor al juicio de los demás.
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Baja autoestima
La autoinvalidación suele ir de la mano de una baja autoestima. Estas personas no se sienten válidas como para que sus emociones o necesidades sean reconocidas, ni siquiera por ellas mismas.
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Autoexigencia excesiva
Tienden a ser muy críticas consigo mismas y a exigir un nivel de perfección irreal. Por esto, son vulnerables al fracaso.
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Búsqueda constante de validación externa
Al no poder validarse a sí mismas, dependen de la aprobación de los demás. Esta dependencia genera ansiedad y frustración cuando no obtienen la validación que necesitan.
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Sentimiento de culpa
Suelen sentirse culpables por experimentar emociones negativas, como la tristeza, el miedo o la frustración, y en vez de reconocerlas como parte natural de la vida, se critican por sentirlas.
¿Cómo practicar la autovalidación? Cinco consejos prácticos
Si tiendes a invalidarte, aprender a validarte te puede ayudar a mejorar tu bienestar emocional y a desarrollar una mejor relación contigo mismo. Aquí tienes cinco consejos que te van a ayudar a practicar la autovalidación:
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Reconoce tus emociones sin juzgarla
El primer paso para validarte es reconocer tus emociones tal como son, sin etiquetarlas como buenas o malas. Cada emoción tiene una razón y un origen. Por ejemplo, la tristeza puede estar diciéndote que has perdido a alguien y que es momento de estar mal. Por el contrario, la ira puede señalar que se ha cruzado un límite importante para ti. En lugar de desestimarlas, pregúntate: ¿Qué me está diciendo esta emoción?
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Escucha tu voz interior
Todos tenemos una voz interna que nos habla constantemente. En las personas que se invalidan, esta voz suele ser crítica y negativa. Practicar la validación implica reemplazar esa voz crítica por una más amable. Si te descubres diciendo frases como «Estoy exagerando» o «No debería sentirme así», para y cambia el enfoque a una declaración más comprensiva, como «Es normal que me sienta así dadas las circunstancias».
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Haz espacio para tus emociones
A veces, intentamos evitar nuestras emociones porque nos resultan incómodas o dolorosas. Sin embargo, la autovalidación implica permitirte sentir esas emociones, aunque sean difíciles. En lugar de reprimir lo que sientes, intenta darle espacio a esa emoción.
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Identifica la fuente de tus creencias invalidantes
La invalidación a menudo se basa en creencias que hemos internalizado a lo largo del tiempo. Reflexiona sobre dónde has aprendido a invalidar tus emociones y cuestiona si esas creencias tienen su utilidad hoy en día.
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Valídate con afirmaciones que contradigan la negatividad
Utiliza frases que te ayuden a reafirmar el valor de tus emociones y experiencias. Por ejemplo «Tengo derecho a sentir lo que siento» o «No necesito la aprobación de los demás”. Internaliza estas afirmaciones diariamente, sobre todo en momentos en que sientas la tentación de invalidarte.
El impacto de la autovalidación en la vida diaria
Aceptar y validar tus emociones no solo mejora tu autoestima, sino que también te permite tomar decisiones más alineadas con tus necesidades. Te vuelves más resistente ante las críticas externas y dejas de depender de la validación de los demás.
Por otro lado, la invalidación constante tiene consecuencias negativas tanto en tu salud emocional como en tus relaciones. Las personas que se invalidan tienden a experimentar mayor ansiedad, depresión y conflictos interpersonales, ya que sus necesidades emocionales no son atendidas, ni por ellas mismas ni por quienes las rodean.
Conclusión
La autovalidación es un pilar esencial para el bienestar emocional, mientras que la autoinvalidación nos aleja de nosotros mismos y nos impide crecer. Al aprender a validar nuestras emociones, podemos desarrollar una relación más saludable con nosotros mismos. Al final, estar cómodos en nuestra propia piel es la mejor carta de presentación a los demás.