Compararse con los demás es una tendencia natural; en algún momento u otro de la vida todos lo hemos hecho. Desde la infancia observamos lo que otros hacen, lo que tienen, cómo se comportan y- de manera consciente o inconsciente- empezamos a medir nuestras vidas a partir eso. Esta comparación puede ser motivadora en algunos casos, pero con demasiada frecuencia, tiene un impacto negativo en nuestra autoestima. En esta entrada exploraremos las razones detrás de esta tendencia, cómo nos afecta psicológicamente y cómo podemos evitar caer en la trampa de la comparación constante.
¿Por qué nos comparamos con los demás?
El proceso de comparación social está ligado a nuestra evolución. Los psicólogos sociales señalan que esta tendencia surge como una herramienta para la evaluación personal. A través de la comparación, intentamos entender nuestras propias habilidades, logros y niveles de éxito en relación con las normas del grupo social en el que estamos inmersos. Leon Festinger, un pionero en la psicología social, introdujo en 1954 la Teoría de la Comparación Social, que sugiere que las personas se comparan con los demás para reducir la incertidumbre sobre sí mismas y mejorar su autoevaluación.
Las comparaciones se dividen generalmente en dos tipos:
- Comparación ascendente: cuando nos comparamos con alguien que percibimos como mejor que nosotros en algún aspecto, como éxito profesional, apariencia física o habilidades.
- Comparación descendente: cuando nos comparamos con alguien que percibimos como menos afortunado o menos competente.
Ambas formas de comparación tienen un impacto en cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos. La comparación ascendente puede generar aspiraciones, pero también puede desembocar en sentimientos de envidia o inferioridad. La comparación descendente, por otro lado, puede proporcionar un alivio temporal. No obstante, mejora la autoestima de manera exagerada y a menudo puede llevar a un sentimiento de superioridad injustificado.
El impacto psicológico de compararse
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Ansiedad y estrés
Una de las consecuencias más evidentes de compararse constantemente con los demás es el aumento de la ansiedad y el estrés. Las redes sociales han acelerado esta tendencia, ya que ahora tenemos acceso inmediato a las versiones seleccionadas de las vidas de otras personas. Ver a amigos o conocidos publicando fotos de sus vacaciones perfectas, relaciones ideales o logros profesionales puede llevar a un ciclo de autoevaluación crítica. Pensamientos como “¿Por qué yo no tengo eso?” o “Debería haber logrado más a mi edad” son comunes. Estos sentimientos pueden desencadenar en episodios de estrés y ansiedad, que afectan a la salud mental y física.
La constante exposición a este tipo de contenido también puede alimentar el fenómeno conocido como FOMO (Fear of Missing Out), o el miedo a estar perdiéndonos algo importante. Este miedo aumenta el malestar y crea una presión interna por cumplir con estándares irreales.
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Baja autoestima
El daño a la autoestima es otra consecuencia de la comparación social, especialmente cuando la comparación se centra en ideales inalcanzables. Esto es común en el ámbito de la apariencia física, donde los estándares de belleza promovidos en las redes sociales son a menudo inalcanzables para la mayoría de las personas. A menudo nos comparamos con fotos editadas o con personas que tienen acceso a recursos que nosotros no tenemos (como entrenadores personales, dietistas o cirujanos estéticos), lo que nos lleva a sentirnos peor con nosotros mismos.
La autoestima también se ve afectada cuando comparamos nuestros logros profesionales o personales con los de los demás. Si un amigo está avanzando en su carrera o logrando metas personales más rápidamente, es fácil caer en la trampa de sentirnos incapaces, olvidando que cada persona tiene unas circunstancias diferentes.
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Depresión
La relación entre la comparación constante y la depresión también es fuerte. La sensación de estar quedándonos atrás puede llevarnos a una profunda insatisfacción con nuestra vida. Esto puede desencadenar o agravar síntomas depresivos. Investigaciones han demostrado que las personas que se involucran en comparaciones sociales negativas con frecuencia presentan mayores tasas de depresión. La comparación ascendente puede hacer que seamos muy críticos con nosotros mismos, mientras que la falta de logros percibidos puede hacernos sentir incompetentes.
En algunos casos, la comparación social crónica puede llevar a una mentalidad de «todo o nada», donde el fracaso en alcanzar el nivel de otra persona se percibe como una falta completa de valor personal. Este tipo de pensamiento puede profundizar la depresión y crear un ciclo negativo en el que la persona se siente incapaz de salir.
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Envidia y resentimiento
La envidia es otro efecto psicológico común de la comparación, especialmente cuando nos comparamos con personas que percibimos como más exitosas o afortunadas. La envidia puede llevarnos a distanciarnos a de aquellos a quienes vemos como competidores, afectando a nuestras relaciones. También puede generar resentimiento hacia los demás, lo que en último lugar perjudica a nuestras relaciones y a nuestro bienestar emocional. Además, la envidia no gestionada puede evolucionar hacia una amargura más profunda, que afecta cómo vemos a los demás, a nosotros mismos y a nuestra propia vida.
El papel de las redes sociales en la comparación
En la era digital, las redes sociales han intensificado la comparación social. Nos ofrecen una plataforma en la que podemos observar y ser observados constantemente, creando un ambiente ideal para las comparaciones. Los estudios han demostrado que el uso excesivo de las redes sociales asociado con mayores niveles de insatisfacción personal y autoestima baja. Pérez y Quiroga-Sarza (2019), basaron su investigación entre la relación del uso compulsivo de las redes sociales y la comparación entre adolescentes.
Las redes sociales crean un ciclo de retroalimentación que perpetúa la comparación: publicamos lo mejor de nuestras vidas y consumimos lo mejor de las vidas de los demás. Sin embargo, lo que vemos es solo una parte de la realidad, una versión filtrada que no refleja la totalidad de las vivencias de una persona. Este «ideal digital» puede ser negativo para quienes ya están lidiando con la inseguridad o la ansiedad.
Cómo romper el ciclo de la comparación
Aunque compararse con los demás es una tendencia natural, existen formas de mitigar sus efectos negativos y adoptar una perspectiva más saludable. Aquí algunos pasos clave para romper el ciclo de la comparación:
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Desconectar de las redes sociales
Dado que las redes sociales son un caldo de cultivo para la comparación, es útil limitar el tiempo que pasamos en ellas. Esto no significa eliminar completamente su uso, pero sí ser más conscientes de cómo nos afectan. También podemos ajustar nuestros feeds para seguir a personas o cuentas que nos inspiren sin generar sentimientos de inferioridad.
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Aceptar nuestras diferencias
Cada persona tiene un camino único. Aceptar que nuestras circunstancias son diferentes a las de los demás nos permite ver nuestras vidas desde una perspectiva más justa. En lugar de compararnos, es útil centrarse en el progreso personal, evaluando nuestras metas y logros en función de nuestros propios valores y aspiraciones, no en los estándares de los demás.
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Practicar la autocompasión
Ser amables con nosotros mismos es fundamental para mantener una buena salud mental. La autocompasión implica reconocernos como seres imperfectos y aceptar nuestras debilidades y fracasos. Al practicar la autocompasión, reducimos la tendencia a criticarnos y a compararnos con los demás de manera destructiva.
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Fomentar el crecimiento personal
En lugar de enfocarnos en lo que otros están haciendo, es útil redirigir nuestra energía hacia el crecimiento personal. Establecer metas basadas en nuestras propias pasiones y aspiraciones, y medir nuestro progreso en función de nuestras capacidades, nos ayuda a sentirnos más realizados y menos inclinados a compararnos constantemente.
Conclusión
Compararse con los demás es un fenómeno inevitable en la vida moderna, pero no tiene por qué ser destructivo. Al reconocer cómo nos afecta psicológicamente y aplicar estrategias para combatir sus efectos negativos, podemos desarrollar una mayor autoestima, reducir la ansiedad y vivir vidas más satisfactorias. Lo importante es recordar que cada persona tiene su propio camino, y que nuestras comparaciones deben ser con nosotros mismos, no con los demás.
Referencias bibliográficas
Pérez, M. y Quiroga-Garza, A. (2019). Uso compulsivo de sitios de redes sociales, sensación de soledad y comparación social en jóvenes. Colegios Invisibles, Sistemas Y Estructuras Sociales /, 30(1)https://doi.org/10.5565/rev/redes.809