Crónica de la maratón de Berlín, 2025. Parte 2.

Como psicóloga y, más recientemente, como maratoniana, he descubierto que los 42.195 kilómetros no son solo una prueba física. Una maratón es una prueba psicológica más de las que nos da la vida. La preparación para una maratón te obliga a enfrentarte a los mismos desafíos que abordamos en terapia: el miedo al fracaso, la gestión de la incertidumbre, la disciplina y, sobre todo, la crítica interna.

Hemos hablado mucho sobre cómo la vida real interfiere con nuestros planes, obligándonos a priorizar. Pero ¿qué pasaría si aplicáramos la misma mentalidad rigurosa y flexible a nuestras batallas diarias? ¿Y si viéramos el entrenamiento invisible de la mente como el músculo más importante?

A continuación, comparto 12 consejos psicológicos extraídos directamente de la maratón, aplicables a cualquier persona que se enfrente a un desafío, ya sea un proyecto laboral, una crisis personal o, por supuesto, una carrera. Prepárate para descubrir cómo la disciplina de la maratón puede transformar tu enfoque de la vida

  1. No sufras por partida doble: acepta la incertidumbre

No gastes energía en aquello que no puedes controlar (como el tiempo o los imprevistos. La preocupación por elementos externos los días previos solo añade ansiedad. Si el día de la carrera hace calor o llueve, lo gestionarás con las herramientas que tengas, ni más ni menos. Preocuparse antes es sufrir dos veces el mismo problema. Traslada esto a la vida: confía en tu capacidad de adaptación en tiempo real.

  1. Prioriza radicalmente: la importancia de saber decir «no»

El Consejo: Reconoce y acepta que no puedes llegar a todo. Tienes que elegir qué es lo esencial para ti en este momento. En la vida, si tu objetivo es entrenar la resistencia mental, quizás debas decir «no» a algunos compromisos para proteger tu tiempo y energía. La priorización es un acto de autocuidado, no de egoísmo. En todo caso, sé tú mismo el que priorices, no dependas de opiniones ajenas.

  1. Entrena los imprevistos

Entrena tu mente para que, cuando el plan se rompa, no se paralice, sino que reaccione con una solución. Asume que, en la vida, el plan A casi nunca funciona; ten el plan B listo o al menos la capacidad de improvisar un plan F sobre la marcha. Todos tenemos la capacidad para hacerlo, no te paralices ante el primer inconveniente.

  1. Valora el proceso, no sólo el resultado

El verdadero logro está en la disciplina diaria y en el esfuerzo invertido, no solo en la recompensa final. En mi caso el tiempo de 3:57:51 es el resultado, pero la verdadera experiencia vital fue el proceso de meses de entrenamiento, de lidiar con los días malos y de tomar decisiones difíciles. Valora el esfuerzo constante que pones en tu trabajo, tus relaciones y tu salud mental, más allá del éxito que se pueda medir.

  1. Céntrate en la siguiente señal

No te abrumes con el tamaño de la meta final. Desglosa los grandes desafíos en «kilómetros» manejables. En el kilómetro 5, pensar en el 42 es paralizante además de absurdo. En la vida, cuando una situación te supere, establece un foco mínimo viable: ¿Cuál es el paso que tienes que dar en los próximos 15 minutos?

  1. Distingue la identidad del rendimiento

Separa tu valía personal de tus resultados. Tu identidad es tu esfuerzo y tu proceso, no tu puntuación final. A mí el calor me obligó a renunciar a una marca de tiempo. Si mi identidad se hubiera ligado rígidamente al «tiempo X», me habría sentido una fracasada. Al ligar tu identidad a ser alguien que se esfuerza, que es disciplinado y que termina, el resultado es secundario. Aplícalo a todos los ámbitos de tu vida.

  1. La importancia de la «revisión post-carrera»

Finalizado un gran desafío (un proyecto, una relación, una crisis), dedica tiempo a reflexionar sobre qué salió bien y qué podrías mejorar. Al terminar la maratón, analicé todo lo que había hecho los meses pasados (cómo comí, cómo descansé, cómo entrené etc) En la vida, no pases de un reto a otro sin chequeo psicológico. ¿Cómo gestionaste el estrés? ¿Qué creencias te limitaron? ¿Qué hiciste que te dio fuerza?

  1. Abraza la incomodidad

Asume que el crecimiento (personal, laboral) requiere salir de tu zona de confort, lo que siempre implicará incomodidad. Lo que aprendí con la maratón es que el cuerpo solo se hace más fuerte si le pides que corra más lejos y más rápido de lo que le resulta fácil. De igual forma, tu resistencia mental solo se desarrolla cuando te enfrentas a una conversación difícil, aprendes una nueva habilidad o te expones a un nuevo entorno. La incomodidad es el gimnasio de la mente.

  1. La memoria engañosa del logro

Recuerda que la mente tiende a dulcificar el pasado y a olvidar el dolor del proceso. No idealices el siguiente objetivo. Justo al cruzar la meta, ya estás pensando en la próxima maratón, olvidando el sufrimiento que has llevado desde el kilómetro 35. Esta memoria engañosa es buena para la motivación, pero mala para la planificación. Sé realista sobre la disciplina requerida para el próximo desafío. Apunta alto siempre, pero sé consciente de las limitaciones de tiempo, familiares o de trabajo. Si la maratón no te ha permitido tener tiempo libre, quizás no es buena idea entrenar para una ultramaratón, que requiere de más tiempo.

  1. El principio de la «peor parte aceptada»

Acepta por adelantado que va a haber una «peor parte» (un momento de duda o incomodidad) y anticípala. En lugar de esperar con fé ciega que la carrera sea perfecta, asume que te encontrarás con el muro. Al mentalizarte de que la incomodidad es inevitable y es una fase pasajera del proceso, le quitas su capacidad de sorprenderte y de forzarte a abandonar. Cuando llegue el dolor, podrás decirte: «Esto es exactamente lo que esperábamos. Sigamos adelante» Aplícalo a cualquier ámbito.

  1. La regla de los cinco minutos

Cuando quieras parar o abandonar un proyecto, permítete solo cinco minutos para decidir. En la maratón vas a oír una voz que dice que puedes parar, así que estate preparado para concéntrate mucho en sólo correr cinco minutos más. Es un período lo suficientemente corto como para ser manejable, pero lo suficientemente largo para que el agotamiento baje su intensidad. En la vida, aplica esta pausa para no tomar decisiones impulsivas basadas en las emociones intensas.

  1. La Promesa a tu yo futuro

Recuerda que el dolor de los últimos 5 kilómetros es temporal, pero la sensación de haberte rendido es permanente. Haz un compromiso contigo mismo de que, pase lo que pase, no vas a dejar que el dolor, en ese tramo final, te robe el logro que has trabajado por meses. Esta fuerza de voluntad es una herramienta psicológica que, al ser activada, te impulsa a través del agotamiento físico total.

La mentalidad maratoniana no se trata de tener una fuerza de voluntad sobrehumana, sino de tener flexibilidad cognitiva para aceptar lo incontrolable y una compasión radical contigo mismo cuando las cosas se ponen feas.

Recuerda que la esencia del éxito en la maratón —y en la vida— reside en el proceso, no solo en el resultado. El logro no se mide únicamente en el tiempo final, sino en tu capacidad para respetar tu ritmo sin compararte con el de al lado y en la humildad para saber cuándo parar o cuando reducir velocidad. Cada uno de estos 12 consejos es una herramienta para ayudarte a distinguir entre el dolor necesario para crecer y la presión innecesaria que solo conduce al burnout.

Si hay una lección final que podemos extraer de los 42K es la importancia de la gratitud por el privilegio cotidiano. Tener un cuerpo que se mueve y el tiempo para perseguir objetivos es un regalo, una suerte. Te invito a que, al igual que los corredores se enfocan en la siguiente señal del kilómetro, tú te enfoques en el siguiente pequeño paso hacia tu gran meta.

La gasolina de la vida son los objetivos, pero el motor es tu mente.

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