Semana 3/16 de preparación de la maratón de Berlín

Como psicóloga, mi trabajo es acompañar a personas en sus procesos personales. Personas que se enfrentan a momentos duros, decisiones difíciles, duelos o miedos. Soy quien escucha y ayuda a mirar desde otro lugar. Pero también soy humana. Y en las últimas semanas, preparándome para correr una maratón, he vivido en primera persona algo que muchas veces he explicado en consulta: lo difícil que es sostener una mala racha, mantenerse constante cuando no hay motivación o avanzar cuando no hay garantías.

Prepararse para una maratón no es solo cuestión de físico. Es una especie de experiencia emocional, un entrenamiento de tolerancia a la frustración, de paciencia, de cuidado propio y de reconciliación con los días en los que simplemente no estás bien. Y por eso quiero compartir esta experiencia, no solo como corredora, sino como psicóloga que también atraviesa desafíos, que también se siente vulnerable y que también necesita recordarse que no siempre hay que estar bien.

El entrenamiento que no salió bien (y el nudo en la garganta)

Hay días en los que me levanto con energía y salgo a correr con ganas y con la energía acompañando. Pero también hay días en los que el cuerpo pesa, la cabeza me sabotea y la frustración aparece porque el ritmo no sale o porque el entrenamiento no sale como pensabas. En esos momentos, pienso en algo que escucho mucho en consulta: “sé que tengo que seguir, pero me obligo porque no tengo ganas” o “siento que todo me cuesta más que a los demás”.

Como corredora, he aprendido que no todos los entrenamientos y días van a ser perfectos. Y como psicóloga, también sé que no todas las semanas de un proceso terapéutico son lineales. Hay recaídas, estancamientos, momentos de duda. Y todo es está bien porque ahí también hay aprendizaje. Como comenté en una entrada anterior, es necesario estar cómodo en la incomodidad.

Diez cosas que también me cuestan (y que seguramente tú también has sentido)

Durante esta preparación, he identificado algunos de mis puntos débiles que me gustaría compartir. No por dramatismo, sino porque me parece importante humanizar también a quienes acompañamos. Estas son algunas de las cosas que me han costado:

  1. Sentir que no tengo ganas

    No todos los días estoy motivada. A veces, salir a correr es una lucha interna entre el deber y el deseo de quedarme en casa.

  2. Tener miedo de no llegar preparada

    La voz que dice “y si el día de la carrera no lo logras” puede aparecer incluso después de semanas entrenando bien.

  3. Compararme con otros corredores

    Ver ritmos o marcas de otras personas hace que dude de mis propios avances.

  4. Aceptar que no siempre sale todo bien

    Hay entrenamientos que salen peor que el anterior, y eso me frustra.

  5. Escuchar al cuerpo sin caer en la autoexigencia

    ¿Hoy estoy cansada o estoy poniendo excusas? Me resulta muy difícil ver esa línea que separa el miedo de la autoexigencia.

  6. Gestionar pequeñas lesiones o molestias

    Tener ligeras molestias debido a la carga de entrenamiento es normal, pero gestionar el miedo a que vaya a más me resulta muy difícil.

  7. Sostener el compromiso aunque no tenga ganas

    Entrenar cuando hace calor, cuando estoy cansada o cuando el humor no acompaña son cosas que entrenas, valga la redundancia.

  8. Respetar mis límites sin sentir que estoy “fallando”

    Aceptar que hay días para descansar también ha sido parte del aprendizaje.

  9. Renunciar a ciertos planes sociales

    A veces hay que elegir entre salir, descansar o entrenar y eso también duele. Te duele a ti y les duele a las personas que te rodean.

  10. Confiar en que todo este esfuerzo tendrá sentido al final

    Porque entrenar tantos meses para una carrera que aún no ha llegado requiere mucha fé.

Las malas rachas y la carga emocional

Preparar una maratón me ha hecho pensar mucho en lo similares que son estos desafíos a los que atravesamos en otros aspectos de la vida: una ruptura, una pérdida, un cambio laboral o una etapa de incertidumbre. En todos los casos, hay algo que se cae: el entusiasmo, la confianza o la estabilidad, por decir unos pocos. Y ahí aparece la necesidad de sostenerse cuando no se tienen todas las respuestas, de seguir cuidándose aunque no se vea el resultado inmediato.

La constancia en estos momentos no es épica ni glamurosa, es silenciosa. Es hacer las cosas sin que nadie las vea. Como ir a terapia en una semana en la que te sientes igual que la anterior. Igual que salir a correr sabiendo que será un entrenamiento duro. Como comer bien o descansar cuando la ansiedad pide otra cosa. Son pequeñas decisiones que no lucen, pero que construyen.

Humanizarnos

Una de las cosas que más valoro de este proceso es que me ha permitido reconectar con lo difícil que es sostenerse cuando dudas. He visto mi propia vulnerabilidad, y eso me ha ayudado también a entender más a las personas con las que trabajo. A veces, compartir alguna experiencia con mis pacientes (siempre con cuidado y propósito terapéutico) sirve para recordarles que no están solos. Que quienes acompañamos también hemos estado ahí. Que también tenemos miedos, inseguridades o días malos. Y creo que eso nos hace más cercanos. Más reales. Más humanos.

Correr para entender(se)

Correr me ha enseñado muchas cosas, pero sobre todo me ha regalado una forma de escucharme. A veces, en medio de un rodaje largo, aparecen pensamientos que no había notado en el día a día. A veces se me aclaran ideas que tenía enredadas. Otras veces el correr me pone en contacto conmigo, especialmente cuando lo hago sola. Y en ese contacto también encuentras fuerza y respuestas.

Del mismo modo, creo que en toda mala racha hay una oportunidad de escucharse. Preguntarse: ¿qué necesito?, ¿qué me estoy pidiendo?, ¿cuánto me estoy juzgando por estar así? Muchas veces no necesitamos cambiar lo que sentimos, sino dejar de castigarnos por sentirlo.

El día de la carrera y el día a día

No sé cómo saldrá el día de la maratón. Tal vez logre lo que me he propuesto, o tal vez no. He aprendido que el valor está en haberme comprometido conmigo, en haber atravesado los días difíciles, en haber confiado en mi. Y eso, al final, también es lo que trabajo con las personas que acompaño: ayudarlas a sostenerse, a escucharse, a no juzgarse cuando no se sienten fuertes.

Correr y acompañar no son tan distintos. En ambos casos, se trata de avanzar. A veces lento, a veces con dudas. Pero siempre con la certeza de que cada paso, incluso el más pequeño, cuenta.

2 comentarios en “Semana 3/16 de preparación de la maratón de Berlín”

  1. Me parece muy interesante cómo la autora relaciona su experiencia personal con su trabajo como psicóloga. Es inspirador ver cómo utiliza su propia preparación para la maratón como una metáfora de los desafíos emocionales que enfrentamos en la vida. La idea de que la constancia no siempre es visible o glamorosa, pero es fundamental, es un mensaje poderoso. Además, me gusta cómo humaniza su experiencia, mostrando que incluso los profesionales tienen momentos de duda y dificultad. ¿Cómo podemos aplicar esta perspectiva de constancia y cuidado personal en situaciones cotidianas que nos resultan abrumadoras? Given the growing economic instability due to the events in the Middle East, many businesses are looking for guaranteed fast and secure payment solutions. Recently, I came across LiberSave (LS) — they promise instant bank transfers with no chargebacks or card verification. It says integration takes 5 minutes and is already being tested in Israel and the UAE. Has anyone actually checked how this works in crisis conditions?

  2. Es muy interesante cómo comparas la preparación de una maratón con los desafíos emocionales que enfrentamos en la vida. Me hace reflexionar sobre la importancia de la constancia, incluso cuando no hay motivación inmediata. La manera en que describes tus días difíciles es muy real y cercana, lo que humaniza tu experiencia y la hace más relatable. ¿Cómo logras mantener la disciplina en esos momentos en los que todo parece cuesta arriba? German news in Russian (новости Германии)— quirky, bold, and hypnotically captivating. Like a telegram from a parallel Europe. Care to take a peek?

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